Lugares donde se desarrolla la novela

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Cerro Lucero y Venta Panaderos

domingo, 7 de febrero de 2016

El 18 de julio de 1936, tenía yo catorce años... "El cazador del arco iris"



    El 18 de julio del 1936 tenía yo catorce años, los iba a cumplir el 26 de ese mismo mes. La guerra iba a cambiar todos mis planes y los planes de toda la familia, un desastre humano de incalculable desenlace.  Se llevaron a todos mis hermanos mayores, menos a mi padre, ya que él era muy viejo había nacido en 1874 y además estaba mal del pecho y no podía trabajar ni coger las armas.  Mis hermanas mayores se habían marchado con sus maridos, y mi madre, mi hermana Salvadora y yo tuvimos que hacer todos los trabajos duros del campo.  Mi padre nos vigilaba y quería que rindiéramos como los hombres y en cuanto nos sentábamos un poco para coser o descansar ya se enfadaba, además estaba muy nervioso porque a algunos familiares los habían fusilado y a otros metidos en la cárcel. El terror imperaba en Acebumeya y Frigiliana, pues no sabía quién te podía denunciar. Los veranos del 36 al 38 nos quedamos sin hombres. Y las mujeres tuvimos que hacer todas las faenas del campo, desde cavar, podar, injertar, labrar y recolectar. El tiempo de mayor trabajo empezaba en julio, todo el verano  se lo dedicábamos a las uvas, las pasas, los higos, los frutos, los bancales y por la tarde horas y horas con el formalete entre las piernas espulgando pasas y cortándolas una a una de los racimos. Luego en invierno venía la recogida de las aceitunas, y era un no parar. Estaba deseando casarme para no trabajar como un peón/a sin sueldo, salir del yugo de mi padre y de toda aquella soledad del cortijo.



 
(Carmen Fernández)

 

    En el mes de diciembre de 1938, faltando unos meses para que acabara aquella maldita guerra me dieron un disgusto de muerte, los nacionales, que ya hacía un par de años que habían entrado en Málaga, se llevaron a la guerra a  mi novio con dieciocho cumplidos, y estuvo seis años de mili, de vez en cuando venía  a verme. Nunca pensé  en que lo podían matar.  Mi madre siempre nos dijo a las hembras que cuidadito con los hombres que ellos solamente buscan el goce de los instintos, no nos fuera a pasar como a Plácida Orgaz, que Antonio Simón le hizo un crío sin estar casados y luego  pasó lo que pasó.   Un hijo ilegítimo era lo peor que le podía pasar a una joven soltera.                    

   Pasada la guerra el campo se puso muy malo por culpa de los maquis de la sierra y mi padre compró una casa en el barribarto de Frigiliana, hoy calle de El Darra, a donde nos fuimos a vivir, pasar del solitario cortijo al pueblo fue un cambio radical en nuestras vidas, entramos en la sociedad, mis hermanos se fueron casando todos. Tanto yo como mi hermana Salvadora esperábamos que alguien nos rescatara de nuestra alcazaba y exigentes padres.


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